2008/07/16

Las “impresiones inmediatas” de Enrique Hernández



Por José Luis Meza Inda

Guardo en la memoria lo atractivo que me resultaban aquellos cuadros originales de este joven pintor en los que retrataba fielmente “interiores” urbanos, en los que trazaba minuciosamente rincones penumbrosos, habitaciones abandonadas, escenas de la vida corriente y cotidiana, a través de las cuales comunicaba una sensación de vacío, de momentos de aislamiento, de abandono o de soledad; espacios en los que estaba siempre ausente la figura del ser humano, mas no así sus huellas, sus sensaciones y sus sentimientos.

Ahora bien, en ésta, su más reciente exposición, que se puede ver asimismo en otra de las salas de la planta alta del mencionado Exconvento del Carmen, Hernández, tras haber tomado su cámara para salir a captar, con todas las ventajas del artilugio y su avanzada tecnología, espacios urbanos y fragmentos de paisajes boscosos, que luego transfirió al lienzo, exentándolos también de la presencia de seres humanos, mas no así de sus hechuras, que se hacen evidentes a través del desencuentro entre la obra del hombre y la de la naturaleza, con lo cual acentúa valores expresivos de su pintura, tales como un aura de misteriosa melancolía, de intenso lirismo, que en este caso, impregnan casi todos sus lienzos, y con los cuales logra que su práctica del paisajismo escape de los ámbitos de la pura ilustración o del bonitismo decorativo.

Así pues, dentro de las tendencias de la “nueva objetividad” a la cual este expositor tapatío ha estado siempre apegado, distinguiéndose por su esfuerzo, honestidad, seriedad y constancia en el manejo de su oficio, virtudes puestas al servicio de sus pinturas, ya sean de “interiores”, como ahora de “exteriores”, lo que cabe subrayar es la plasticidad y los acentos propios que ha logrado imprimirle a su voz, dada la seguridad de su trazo dibujístico, su sensibilidad para el empleo de la iluminación, el uso de las veladuras, barreduras y esfumados, su destreza en la aplicación del color, la evidente materialidad de los pigmentos, la unción de sus pinceladas, logrando que sus óleos nunca hayan simulado ser lo que no son, como tampoco disimular sus incuestionables valores.

CRÉDITOS: Informador Redacción / RNGZ Mayo-01-08