
La doble naturaleza de la pintura, la ilusión y la materialidad, la hacen un campo propicio para explorar e investigar la dualidad de la perfecta semblanza y el caos absoluto, ya que la pintura opera como una técnica para reconectarse a lo primario, una manera de transformar la representación de regreso a los objetos físicos.
La representación de nuestra relación con el infinito es una de las principales preocupaciones de la pintura del paisaje. Pintar revela su método de manufactura en una escala humana, imperfecta y visible, creando un espacio de intimidad para el espectador, entre las coordenadas de la pintura (materia sobre la superficie) y la ilusión creada. La pintura de paisaje así como la representación de la Ciudad funcionan revelando las paradojas de la representación, validando y urgiéndonos una necesaria reflexión de nuestra relación con el mundo.
Es también una propuesta de representación de